NUESTRA VIDA
UN DÍA EN NUESTRA VIDA
Sería para nosotras una gran alegría que pudieras venirte con nosotras a compartir nuestra experiencia y nuestro modo de vida. Pero sin la intención de hacer apología de nuestra vida, nos gustaría que conocieras como vive una hermana clarisa su día a día. Muchas veces, nos hacemos unas ideas extrañas de cómo vive una monja y de lo aburrida que es su vida. Pero te invito a conocer nuestra vida para que cambies de idea y veas que es posible vivir con alegría estando consagrados a Dios.
6.30h: Nuestra jornada comienza tempranito. A las 6.30 de la mañana nos levantamos. Disponemos de 30 minutos para el aseo personal y para recoger nuestra celda hasta que llega nuestra primera tarea como hermana clarisa.
7:00h: Comenzamos el día con la oración. Las hermanas nos dirigimos al coro para comenzar en comunidad con los rezos de la mañana. Lo primero que realizamos es la meditación, un momento muy especial de oración profunda al padre en el que abrimos nuestros oídos a Dios para escuchar su voluntad. Para una religiosa, es muy importante tener momentos de escucha a Dios. Es tal vez uno de los momentos más Místicos del día. Poder invocar a Dios en la capilla y recibir el nuevo día en alabanza, con la paz del despertar del mundo. Recuerdo ahora las palabras del salmo cuando dice “Al despertar me saciaré de tu semblante, señor” (Sal 17)
Continuamos la oración con el oficio de lectura. En la Liturgia de las Horas renovada, esta Hora responde bien a la decidida voluntad conciliar de fomentar en el pueblo cristiano la lectura asidua de la Escritura y ,concretamente, de aumentar en la liturgia la Palabra de Dios, es decir, de acrecentarla en importancia, en variedad y en extensión.
Continuamos con Laudes, que es la primera oración de la mañana con carácter puramente de alabanza, continuando con la hora tercia, una de las horas intermedias del oficio divino, y terminaremos con la asistencia a la eucaristía matinal junto con la feligresía a las 9 de la mañana.
10:00h: Desayunamos juntas en el coro. Durante el desayuno rezamos y hablamos con las hermanas y cogemos fuerzas para afrontar el trabajo de la mañana, ya que, gracias a la oración matutina, hemos podido coger fuerzas espirituales.
11:00h:Comienza nuestra “Jornada laboral”. Apartir de ésta hora y asta las 13.30 de la mañana las hermanas trabajan en el oficio asignado por la abadesa. Las labores de éstas horas actualmente se dirigen al mantenimiento de la casa, la limpieza, la cocina, la compra si fuera necesario... y además a la formación de las postulantes y novicias.
13:30h: Llegada ésta hora, las hermanas concluyen sus labores y nos dirigimos nuevamente al coro para volver a rezar el oficio divino. En éste caso, se reza únicamente la hora sexta, otra de las horas intermedias.
Tras la oración, las hermanas se dirigen al refectorio donde comerán juntas. No es solo el momento de comer, pues antes de la comida, se lee un poco de lectura espiritual en voz alta, especialmente la vida de los santos. Tras la comida, y un rato de charla, nos tomamos un merecido descanso. En éstas horas, se suele ver las noticias por televisión y se suele conversar. Algunas hermanas se dirigen a sus celdas para descansar las piernas, otras se dedican al ensayo de canto, otras se afanan cariñosamente en el bordado, pero, sobre todo, se convive.
16:30: Termina nuestra hora de descanso y comienza la oración de la tarde. Comenzamos con la última de las horas intermedias, la hora Nona, continuando con la lectura y el rezo de la corona franciscana. Esta es una antigua devoción practicada por los Franciscanos. Comienza esta devoción el año 1422, en el cual ingresó a la Orden un joven muy piadoso, que solía demostrar su devoción hacia la Virgen María, realizando una corona con rosas frescas para colocarla sobre una estatua de la Santísima Virgen. Cuando ingresó a la Orden se le prohibió esta devoción y por ello, quiso dejar la Orden, pero en una visión de la Virgen, ésta le indica que no deje la Orden, ni se entristezca por no poder continuar con su devoción, le pide que, en lugar de la corona de flores frescas, que se marchitan y a veces no se consiguen, le coloque una espiritual, siempre fresca y más apreciada por ella: La realizada con flores creadas rezando y meditando las siete alegrías que ella vivió en la tierra, el novicio comenzó esta devoción y, estando en oración, el Maestro de Novicios tuvo una visión: la de un ángel que iba tejiendo una corona de rosas, a medida que el novicio rezaba, y después de cada decena de rosas, insertaba un lirio dorado, al terminar de rezar el novicio, el ángel colocó la corona sobre la cabeza del novicio orante. Estaba tan maravillado el Maestro de Novicios que le preguntó sobre el significado de la visión que había tenido, y al oir la explicación, lo contó a todos los Hermanos, y pronto se difundió esta devoción a toda la Familia Franciscana.
18.30h: Rezamos el santo rosario junto con la feligresía que asiste a misa de 7 en la parroquia.
19:00h: Asistimos nuevamente a la Santa misa. Tras ella volvemos a hacer unos minutos de oración y concluimos con la oración de la tarde, las Vísperas, una de las horas mayores del oficio divino.
20.30: las hermanas nos reunimos nuevamente para cenar y tenemos un tiempo de recreo a continuación, para poder compartir los acontecimientos del día.
21.30: Nos volvemos a reunir todas las hermanas en el coro para rezar completas, la última de las oraciones del día que forman el oficio divino, y, tras concluir, las hermanas se retiran a sus celdas para el descanso nocturno tras dar gracias a Dios por el día regalado.
Como es normal, las hermanas acabamos cansadas al finalizar el día, pero como dijo el beato Juan Pablo segundo en una ocasión a un sacerdote cuando, éste último, le comentó que le veía cansado. “Un Cristiano, sabe que ha cumplido su misión, si al final del día está cansado”. Por eso es una alegría vivir nuestra vida, porque sabemos que estamos cumpliendo con la voluntar de Dios. Y que trabajo puede ser más hermoso, y que fin en la vida puede ser más grandioso que perder la vida por Cristo.